Viejos patrones de conducta
Llevo desde el viernes queriendo actualizar, pero un imprevisto me ha mantenido en cama 2 días. Es lo malo de estudiar con 100 personas más, eso es un hervidero de virus y en cuanto cae uno caemos todos.
Pero no es de fiebre y mocos de lo que quiero hablar. La verdad es que me da un poco de vergüenza admitirlo y creo que he dado 2 pasos atrás en mi mutación, para mal porque me empezaba a notar más femenina que nunca. El caso es que... he vuelto a usar mochila para ir al cole. A principio de curso me juré que nunca mas volvería a hacerlo, hasta me compre un bolso grande que me conjuntaba con los zapatos y el cinturón como buena alumna aventajada de L, mi mentora en el mundo de los complementos y su correcto uso. Un día hablaré más detenidamente de ella y su don para conjuntar colores. Y no iba mal, tres meses sin mochila. Hasta podría pasar por alumna de derecho, siempre con bolso, a todas horas femenina a la par que práctica (era un bolso enorme). Pero ya no podía más, viajar en tren a las 9.30 de la noche en una estación al aire libre es incompatible con llevar cosas en las manos. Lo siento, a mi no me engañáis, se te congelan los dedos. Esas chicas que van siempre perfectas con esos bolsos tan chiquititos a clase y esos zapatitos abiertos o con tacones, esas no viajan en tren, esas van en coche de puerta a puerta, si no habría más casos de pérdida de dedos por congelación. Es como llevar tanga, el tanga es para el verano, si no prueba a esperar el tren en el apeadero de la universidad por la noche y sientate en esos maravillosos bancos metálicos, no vuelves a tener sensibilidad en las posaderas hasta que llevas tres paradas montada en el cercanías.
Así que con todo el dolor de mi corazón desempolvé mi mochila y le dije adiós a mi precioso bolso hasta temperaturas más cálidas. Que por muy fashion victim que sea, el instinto de conservación de todos los miembros de mi cuerpo es algo que nunca pasa de moda.
Pero no es de fiebre y mocos de lo que quiero hablar. La verdad es que me da un poco de vergüenza admitirlo y creo que he dado 2 pasos atrás en mi mutación, para mal porque me empezaba a notar más femenina que nunca. El caso es que... he vuelto a usar mochila para ir al cole. A principio de curso me juré que nunca mas volvería a hacerlo, hasta me compre un bolso grande que me conjuntaba con los zapatos y el cinturón como buena alumna aventajada de L, mi mentora en el mundo de los complementos y su correcto uso. Un día hablaré más detenidamente de ella y su don para conjuntar colores. Y no iba mal, tres meses sin mochila. Hasta podría pasar por alumna de derecho, siempre con bolso, a todas horas femenina a la par que práctica (era un bolso enorme). Pero ya no podía más, viajar en tren a las 9.30 de la noche en una estación al aire libre es incompatible con llevar cosas en las manos. Lo siento, a mi no me engañáis, se te congelan los dedos. Esas chicas que van siempre perfectas con esos bolsos tan chiquititos a clase y esos zapatitos abiertos o con tacones, esas no viajan en tren, esas van en coche de puerta a puerta, si no habría más casos de pérdida de dedos por congelación. Es como llevar tanga, el tanga es para el verano, si no prueba a esperar el tren en el apeadero de la universidad por la noche y sientate en esos maravillosos bancos metálicos, no vuelves a tener sensibilidad en las posaderas hasta que llevas tres paradas montada en el cercanías.
Así que con todo el dolor de mi corazón desempolvé mi mochila y le dije adiós a mi precioso bolso hasta temperaturas más cálidas. Que por muy fashion victim que sea, el instinto de conservación de todos los miembros de mi cuerpo es algo que nunca pasa de moda.
2 comentarios:
Yo es que creo que son seres más avanzados, son como los X-men tienen supeer poderes.
Llegué a esa conclusión en una botellona de teleco hace 6 años ya cuando vi en pleno diciembre a una chica en minifalda y sin medias.
Entonces me di cuenta, jamás podría ser una de ellas
y qué dejarán para agosto, es lo que siempre me pregunto en estos casos.
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