Las hay torpes, muy torpes y yo.

Después de que esta mañana mi padre me recordase el dinero que pagaba por el gimnasio y los días que he ido hasta la fecha; he hecho propósito de enmienda y he reorganizado mi horario para salir antes e ir. Es decir, cuando ha llegado la hora he dejado todo lo que no me ha dado tiempo a hacer hoy para mañana.

Pues cuando salía (de día :D), de la escuela me he tropezado con un saliente de la acera y me he caído. Por supuesto, llevaba la carpeta en la mano por lo que he parado la caída con el dorso de la mano y me he hecho un raspón, otro en la palma de la otra mano, la rodilla y otro en el orgullo, porque no sólo me he caído al suelo delante de todo el mundo que no sé si me habrán visto porque no me quedé el tiempo suficiente para oír las risas. Si no que me he caído en un charco!!!! lo sé, hace una semana que no llueve. Así que han decidido regar las rosas con aspersores y como todo el mundo sabe, es prácticamente imposible que uno no quede regando la acera opuesta a las rosas. Cuando en notado el agua en la pierna sabia que no había marcha atrás, me he levantado todo lo rápido que he podido, intentando disimular la ropa calada, haciendo un recuento de daños (a parte de los pantalones se me mojo el bolso y todo lo que había dentro). he agachado la cabeza para disimular el ataque de risa que me ha entrado y me he ido de frente a casa.

Me encantan los lunes, sobre todo cuando se acaban.