martes, 13 de marzo de 2007

Arena


Soy dueña de un desierto de arena, veo el atardecer sentada sobre una duna contemplando mis vastas tierras. Recuerdo cuando conseguí el primer grano de arena, perdido ahora entre los demás. Recuerdo con qué esfuerzo después del primero conseguí reunir los demás y qué bonitos se ven todos juntos. Realmente soy una persona afortunada.

Pero aun siendo míos no consigo que me obedezcan, no puedo ejercer ningún dominio sobre ellos, están a merced del viento. A veces trato de coger un buen puñado de ellos pero se me escapan entre los dedos, no importa las veces que lo intente. Unas veces las dunas están quietas y su calma me tranquiliza y me engaño pensando que ejerzo algún poder sobre mis tierras pero al minuto la tormenta llega, arrastrando todo y yo sólo puedo contemplar como mis dunas se mueven, se hacen, se deshacen… y espero sin mover ni un dedo a que todo acabe para observar mi nuevo desierto. La misma arena, distinto desierto.

Soy sueña de un desierto de arena y a veces me pierdo en él y a veces deseo que llegue la tormenta y a quién le importa lo que ocurre en el desierto y nunca invito a nadie por si me roban mi arena y soy afortunada porque al menos yo tengo mi desierto.


1 comentario:

Raquel dijo...

La arena siempre se escapa entre los dedos, como el tiempo.